Alcanza a ser poeta sólo aquél que consigue platicar con el tiempo. Porque así, esas mismas palabras que al principio sólo hablaban de él y de la urgencia de su momento, llegan a ser, siendo las mismas, las que comienzan a hablar por otros, las que descubren cada día nuevos mundos, las que expresan otras dudas, las que hacen nuevas preguntas, las que cada instante llegan con la urgencia de decir lo que ya es imprescindible. Así llegan hoy estas palabras del poema de Bertolt Brecht, "Con el alma en un hilo" (1939):
La causa de la justicia no avanza hacia buen fin.
La oscuridad aumenta. Las fuerzas disminuyen.
Ahora, después de tantos años de lucha,
estamos peor que cuando comenzamos.
En cambio, el enemigo es más fuerte que nunca;
ostenta su poder con mayor fuerza
y mira a todos lados con ojos invencibles.
Sin embargo debemos reconocerlo:
Fueron nuestros errores los que lo hicieron fuerte.
Cada vez somos menos;
las consignas son confusas.
Nos robaron las palabras y las han retorcido
hasta volverlas irreconocibles.
Preguntas hoy:
¿qué está mal de lo que dijimos entonces?
¿una parte o todo?
¿con quién se puede contar aún?
¿y nosotros, estos pocos que permanecen en la vigilia,
hemos sido expulsados del río de la vida?
¿quedaremos atrás,
sin entender a nadie ya,
sin que nadie nos entienda?
¿se trata de tener suerte o no?
¿o de tener razón o no?
Así preguntas. Espera...
Sólo tendrás la respuesta de tu conciencia,
frente al sufrimiento de la mayoría.
Y al dejar el mundo,
no te preocupe saber si fuiste bueno,
sino si el mundo que dejas es mejor.
Walter Benjamin, el lúcido profeta de la muerte del arte en la era de la reproducción industrial, escribió de Brecht, en los años mismos de aquella batalla mundial y decisiva por la sobrevivencia del humanismo: "Bertolt Brecht es un fenómeno difícil. Rechaza utilizar "libremente" su talento de escritor. Y quizá no haya un solo reproche contra su actuación literaria –plagiario, perturbador, saboteador– que no reclame títulos de gloria para su eficacia no literaria como educador, pensador, organizador, político, director de escena. En cualquier caso, resulta indiscutible que entre todos los que escriben en Alemania, él es el único que se pregunta dónde debe investir su talento, y que sólo lo inviste cuando está convencido de la necesidad de hacerlo, desmayando en cada ocasión que no corresponde a dicha piedra de toque."
La causa de la justicia no avanza hacia buen fin.
La oscuridad aumenta. Las fuerzas disminuyen.
Ahora, después de tantos años de lucha,
estamos peor que cuando comenzamos.
En cambio, el enemigo es más fuerte que nunca;
ostenta su poder con mayor fuerza
y mira a todos lados con ojos invencibles.
Sin embargo debemos reconocerlo:
Fueron nuestros errores los que lo hicieron fuerte.
Cada vez somos menos;
las consignas son confusas.
Nos robaron las palabras y las han retorcido
hasta volverlas irreconocibles.
Preguntas hoy:
¿qué está mal de lo que dijimos entonces?
¿una parte o todo?
¿con quién se puede contar aún?
¿y nosotros, estos pocos que permanecen en la vigilia,
hemos sido expulsados del río de la vida?
¿quedaremos atrás,
sin entender a nadie ya,
sin que nadie nos entienda?
¿se trata de tener suerte o no?
¿o de tener razón o no?
Así preguntas. Espera...
Sólo tendrás la respuesta de tu conciencia,
frente al sufrimiento de la mayoría.
Y al dejar el mundo,
no te preocupe saber si fuiste bueno,
sino si el mundo que dejas es mejor.
Walter Benjamin, el lúcido profeta de la muerte del arte en la era de la reproducción industrial, escribió de Brecht, en los años mismos de aquella batalla mundial y decisiva por la sobrevivencia del humanismo: "Bertolt Brecht es un fenómeno difícil. Rechaza utilizar "libremente" su talento de escritor. Y quizá no haya un solo reproche contra su actuación literaria –plagiario, perturbador, saboteador– que no reclame títulos de gloria para su eficacia no literaria como educador, pensador, organizador, político, director de escena. En cualquier caso, resulta indiscutible que entre todos los que escriben en Alemania, él es el único que se pregunta dónde debe investir su talento, y que sólo lo inviste cuando está convencido de la necesidad de hacerlo, desmayando en cada ocasión que no corresponde a dicha piedra de toque."
No podemos evitar entonces el recuerdo de aquel aforismo de Brecht sobre el actor que dice:
"el mejor, es aquel que se enmascara para desenmascarar a los hipócritas".
"...rebelarse contra la barbarie que nace de la barbarie, equivale a reclamar una parte del ternero y oponerse a sacrificarlo".
"el mejor, es aquel que se enmascara para desenmascarar a los hipócritas".
"...rebelarse contra la barbarie que nace de la barbarie, equivale a reclamar una parte del ternero y oponerse a sacrificarlo".
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